sábado, 31 de enero de 2009

El pasado 8 de enero viví en nuestro restaurante en Fraijanes de Alajuela la experiencia del terremoto. Experiencia que ya por aquí conté en su primer día.

Hoy quiero contar algo de lo mucho que ha ido pasando después…porque cada día siguiente ha sido una jornada cargada de aprendizaje.

El día viernes 9, muy tempranito nos fuimos de nuevo para allá. Ni se nos ocurría pensar que podía volver a temblar. Y siguió temblando por varios días y a cada rato , pero había mucho que hacer.

Mi hermana Inti pasó por mi, juntas pasamos por mi papá y nos fuimos para arriba los tres.

Ibamos despacio esperando los retenes por los derrumbes, con algunas botellas de agua , bolsas de basura y cosas para la limpieza. El día anterior aquello en Chubascos había quedado de locos. Todo el piso un desastre de cosas, muebles tirados, manteles chorreados, restos de comidas, botellas, vidrios, adornos, las flores de los floreros desperdigadas…, en la cocina ni para qué, los muebles tirados, los vinos regados, las cervezas, los refrescos, todo quebrado, las frutas y verduras despapayadas, mesas y sillas corridas…como si hubieran entrado dos docenas de vacas a andar por todas partes. Ventanas rotas….y es que dejando todo así nos habiamos ido cada quien para la casa. Dejamos solo…solo y abierto. La verdad lo importante era estar con la familia y luego veríamos.

A la altura del parque de la Laguna de Fraijanes, eran como las 11 am; yo me bajé a dejar unas sueters a la agrupación de gente y cosas que luego sería el albergue. Durante la noche había estado pensando en el frío que allí hace.

Pregunté por el encargado, que ya estaba organizando cosas con gente de la Comisión Nacional de Emergencias. A él le di las suéteres y me lo agradeció con un abrazo y una sonrisa. Eran poquitas, pero seguramente fueron unas de las primeras piezas de ropa que llegaron. “Pidan más”, me dijo una señora. Había montones de gente asustada.

Con el corazón desecho pero al mismo tiempo gratamente sorprendida de ver ya montones de gente ayudando, corriendo…abriendo el paso en el camino, intentando reconectar la electricidad y el agua, etc….volví al carro…donde me enteré que teníamos que seguir a pie. La razón: la visita del presidente Arias. “Razones de seguridad”, nos explicó el policía que nos paró.

De la Laguna al restaurante hay solo un kilómetro y piquito de distancia, pero en ese estado emocional bastante alterado por el susto…no sé…uno lo menos que se imagina es que no pueda llegar en su propio vehículo a su propiedad, pero sobre todo que no se tenga la consideración de que uno está afectado…que le urge llegar…no sé…y encima la razón esa de “la seguridad del presidente”…pues Julia Ardón dejó a un lado todo su rosario peace & love, y vomitó sapos y culebras contra el presidente Arias. Todo mi dolor y angustia lo convertí en furia. “Maldita la hora en que ese idiota quedó de presidente”, le grité como loca al policía, que se quedó callado y no me contestó nada. .¿ Tanta desproporción emocional por caminar un kilómetro? Estaba loca yo.

Pero la verdad eso hice. Lo reconozco. Todo se me salió y bien feo.

Mientras tanto, y riéndose de mi particular “pasión política”… mi papá y mi hermana habían comenzado a caminar adelante. Ambos tienen buen peso, son personas atléticas y están en buena forma física. No es mi caso. Además de que cargo una cantidad de kilos digamos “importante”, he pasado casi todo este año sin hacer nada de ejercicio por mi obligada situación de reposo . Pero tampoco es para tanto, claro que puedo caminar, y no soy tan sedentaria, pero seguro por todo lo que había pasado el día anterior en el terremoto, no sé, la tensión, sumada a esa furia que me dió…mermaron mis fuerzas…y mientras mis acompañantes avanzaban a paso mantenido, yo floja y sin aire, no echaba más bastante detrás de ellos.

Me moría de cansancio, me dolían las piernas, se me iba el aire, me sentía super mal, y encima enojada. Fatal. Quería como tirarme en el zacatal, a la orilla.

Al pasar por otro albergue vi los helicópteros y carros del presidente. Divisé a Mayi Antillón siempre bien peinada y con las botas dentro de los pantalones, a varios funcionarios, seguí refunfunñando sola por la carretera. “Esa doña que me cae tan mal”.

Ya me faltaban seguro como 400 metros para llegar a Chubascos cuando vi un carro que venía y me apuré a pedirle ride. El carro paró, la ventana se abrió y esuché que me decían “Julia…¿ cómo estás?”. Era mi primo Roberto Thompson, quien de casualidad es vice-ministro de la Presidencia. “Ay Roberto, llevame al restaurante”, le dije, “no aguanto más”….Roberto inmediatamente me abrió la puerta, y como yo no cabía me le senté practicamente en los regazos. En el asiento de atrás vi que venían Mayi y Fabio Molina entre otros altos funcionarios….los saludé y les agradecí, pero no puedo explicar lo que sentí…fue muy poco el trayecto.

Me dejaron en Chubascos y siguieron, pero si pude decirles “Ay…me castigó Dios…yo que venía hablando mal de Oscar Arias, puteándolo, y Uds. que me hacen ride”….todos nos reíamos de lo extraño de la situación. Atrás dejé a mi papá y a mi hermana, que entre risas, y saludando también a Roberto me gritaban: “traidora, traidora!!”

De todos es sabido que en este país se ha vivido una gran polarización política a raíz de la discusión sobre el TLC con EEUU y que tanto yo como toda mi familia en primer grado participamos muy activamente en el grupo del NO al TLC, contrario totalmente al gobierno.

El caso es que el aventón fue algo que pasó demasiado rápido. Fue demasiado raro, pero muy intenso. Una cachetada al ego que no fue jugando. Yo que me creo más buena persona que la gente del gobierno, y que viene la vida y me pone en una situación en que necesito ayuda, en que estoy débil, en que no aguanto más, y es la misma gente de ese gobierno contra el que venía alegando la que me ayuda en un momento así de desesperación personal.. Rarísimo…fue rarísimo.

Allá en el restaurante ya estaba un grupo de trabajadores y trabajadoras junto con mi hermana Lucía , mi cuñado Maco y Miguel Saborío, un querido amigo…limpiando . Habían avanzado montones. Ya cuando llegamos se veía y sentía otro panorama. Aquello era lucha, empuje, esperanza. Una cosa de lo más linda, que cuando la recuerdo se me hace un nudo en la garganta.

Una de las mejores noticias fue saber que Héctor ( uno de los guardas) estaba bien. Habíamos quedado preocupados porque mientras temblaba andaba él en la montaña arreglando una paja de agua y teníamos miedo que le hubiera pasado algo. Pero por suerte no. Eso sí, se había venido a pasar la noche al restaurante con toda su familia porque perdieron la casa . Hicieron un rancho con plásticos en medio del jardín y así habían pasado las horas, hechos un puño con frío y con hambre. Héctor ha sido uno de nuestros trabajadores que más ha sufrido los embates de esta situación, pero también y gracias a Dios, uno de los que ha podido recibir ayudas en estos últimos días gracias a nuestras campañas de divulgación y bueno..ahí está, todavía a la espera de una solución definitiva, como tanta gente, pero con trabajo y con esperanza. Lo peor es que este año también tuvo que enfrentarse a la dura muerte de un hermano. Héctor es nicaragüense…inteligente, emprendedor, humilde, una excelente persona. Y ahí, en medio de todo, sonriente y trabajando ayudándonos a limpiar. Increíble.

Entre abrazos y anécdotas fuimos revisando con mi papá, que es arquitecto, las instalaciones. Pudimos constatar lo que ya sospechábamos. La estructura del centro estaba bastante dañada. Quedó como torcida, como de dibujos animados…el salón de la derecha la empujó, despegó la canoa…y dejó todo descolocado. Las vigas principales torcidas. Fuimos revisando los daños. Papi nos confirmó: había que hacer arreglos serios y seguramente había que botar esa parte. Atrás la bodega se corrió como si caminara hacia atrás, eso había que botarlo también. En medio del trabajo, yo medio atarantada, sin saber que hacer…todo el mundo recogiendo basura…y yo daba vueltas sin saber que hacer. Andaba medio shockeada.

Fuimos conociendo también de las noticias dolorosas: teníamos 5 trabajadores sin casa del todo o con las casas tan dañadas que habían quedado inhabitables.

En medio de eso nos preocupaba la situación de Manuel , nuestro hermano y su familia, que vive allá en Fraijanes. Ya sabíamos que estaban todos bien porque habíamos podido hablar por teléfono. También sabíamos que no había paso por la carretera, ya que a la altura del puente del río Poás, había un gran derrumbe. No sé cuántos derrumbes la gente del CONAVI y del MOPT quitaron esa mañana, creo que más de 10. Fue increíble cómo de manera tan rápida se abrió el paso. Cuando ya estaba avanzado el trabajo, decidimos sacar toda la leche para ir a regalarla a los albergues ( ya que no iba a soportar más tiempo sin electricidad) Fueron decenas y decenas de bolsas que nos llevamos para el albergue de la Laguna y separamos otra para llevar a los albergues de Fraijanes arriba, por Jaulares. La transportamos en un mantel…y nos dispusimos a caminar de nuevo.

Saliendo de Chubascos, mi cuñado Maco y Miguel se pusieron a reír a propósito del portal. Maco decía que de manera milagrosa se había acomodado y salvado, ya que la casita, el establo, se había caído encima de las figuras…pero nada le había pasado a ninguna de ellas. Eso fue cierto. La sagrada familia se salvó del terremoto…bueno, toda, menos el buey, al que se le quebró un cacho. “Qué raro, dónde habrá quedado el cacho del buey”, se preguntaba Maco, mientras Miguel en broma le respondía con su exquisito humor gay ” buscalo entre las enaguas de los reyes magos”…idioteces que le reíamos a mandíbula batiente…de alguna manera había que soltar…No sé si fue mi papá el que dijo ” o debajo de las enaguas del ángel”, a lo que siguió Miguel “Angel San Casimiro”, para que mi tata recordara los miles de miles de dólares que el cura le había guardado a su amigo español prófugo de la justicia…entonces nos pusimos a reír todos y vuelvo yo con mi vociferante y juiciosa moral a arremeter contra los curas y la iglesia. “viejos corruptos”, generalizando, como dicen hablando más de la cuenta. Y ese fue el temita, especialmente mío, y así nos pusimos a caminar cargando las bolsas…hasta el carro….con las críticas a la Iglesia en la boca….

Avanzamos en el vehículo lo que pudimos, lo parqueamos y comenzamos a cruzar a pie el derrumbe encima del puente. Abajo el río color café…encima la gente del ICE, los tráficos, los voluntarios y pobladores mezclados con la gente de la CNE….un montón de gente colaborando para abrir el paso y ayudarle a las familias de esa parte que también habían perdido sus casas. Allí supimos que Frank y Mayra, viejos amigos de la zona, también se habían quedado sin nada. Nos contaron y cuando les ofrecimos leche se alegraron montones porque ya era bien entrada la tarde y no habían ni podido desayunar. Terrible. Les dejamos varias bolsas.

Comenzamos a caminar entre el barrial. Subíamos por la carretera. Yo que no soporto la tierra en las manos me fui a buscar un chorrito de una naciente para lavármelas. Inti, Lucía cargando un cheese cake para llevarle a Manuel, Maco y Papi cargando el mantel con el montonón de bolsas de leche…y yo…siempre atrás yo…otra vez sin aire, y otra vez cansasda.

Los carros que venían en sentido contrario llegaban y se devolvían. Creo que colocaron la leche en un carro. Yo quería volver a pedir ride pero me daba pena ser la única…entonces seguía caminando…caminando, hasta que me fui quedando de nuevo atrás. Miguel de manera solidaria se quedó conmigo. Bajó la marcha para acompañarme. ¡ Es un divino! y yo le iba diciendo que estaba sorprendida por mi pésimo estado físico. El por el contrario, con sus más de 60 años es un gran atleta, pero igual iba ahí despacito conmigo.

En un momento, subiendo la cuesta le digo “No aguanto más, Miguel, adelantate”, y en eso viene un carro blanco…e igual me apresto a pedirle ayuda…y a cada persona que le he contado el cuento no me ha creído. Me volvió a pasar algo increíble y ese mismo día. Una cosa como mágica. El chofer del carro era el mismo obispo Angel San Casimiro , de quien habíamos estado hablando mal, que ahí me acomodó con el cheese cake y me subió hasta Jaulares.

En el camino me dijo “yo sé quién eres tú”, “eres la hija de Gennie”, “yo te recuerdo de chiquita”, “yo fui muy amigo de tu abuelo”, y cosas así…cosas bonitas, y yo toda atarantada. La verdad. ¿ por qué esta nueva “casualidad”?

Me bajé casi muda en Jaulares. Atrás fueron llegando los demás. Nos pudimos abrazar con Manuel, Patricia, América, Victoria, Libertad y algunos de los trabajadores que nos contaban su experiencia del día anterior …también llegó Fernando ( un primo conocido como Pollo Macho) y “Fernandillo” , su hijo…venían de ver los daños en su finca lechera de más arriba. Estaban preocupados porque las vacas se ordeñan con electricidad y no había. Nos contaron de otro primo Arturo Fernández, con serios daños en su casa en Los Cartagos, que por cierto diseñó mi papá. Una capilla de lo más bonita se le desmoronó , así como una de las paredes de la casa. Luego supimos que él , su esposa y sus tres hijos habían pasado la noche en el carro, y que no habían querido bajar para no dejar a sus trabajadores y trabajadoras de La Giralda, ni a sus vacas.

En ese ratito en Jaulares compartimos, comimos cheese cake y seguimos comentando. Allí también había daños, pero al parecer no tantos como en Chubascos. Manuel decía que a la casa no le habia pasado nada. ( El sábado pasado llovió y si se dio cuenta que sí le había pasado mucho) . Por dicha las seis cabañas nuevas quedaron intactas, porque son el sustento de su familia. Hablamos de lo mucho que teníamos que hacer, pero andábamos como atolondrados todavía…..yo no podía entender lo que en un solo día me había pasado. Era como demasiado irreal.

Manuel nos bajó en carro hasta el derrumbe, cruzamos a pie de nuevo, los policías nos ayudaron a subir dándonos la mano por los barreales…ese fue el día después del terremoto y yo con aquel terremoto por dentro.

Mientras Inti y yo nos quedamos otro rato en Chubascos con la gente, los demás bajaron a Alajuela. Mi sobrina se iba de viaje y tenían que irla a dejar. Hicimos pocos de verdura para que cada quien se llevara para su casa, sacamos cosas perecederas, y bajamos al albergue de la Laguna con unos racimos de plátanos maduros y un bloque de queso turrialba que recibió la gente de la Cruz Roja.

Ya estaban comenzado a llegar los botellones de agua de la Cervecería.

Al llegar a la casa recuerdo que uno de los primeros recados que escuché en la contestadora el día anterior había sido el de Francisco Antonio Pacheco ( Tony) , Presidente de la Asamblea Legislativa y también primo mío, que estaba preocupado por nosotros.

Más tarde me llama Elisabeth, mi amiga de Monteverde. Le cuento la historia. Se ríe montones y me manda a leer la página 21 del libro de Un Curso de Milagros, donde habla del ego.

Algo había medio entendido en las horas anteriores, pero terminé de entenderlo esa noche, luego de apagar la lámpara, después de la lectura y la meditación.

¿ Qué me creo a veces? ¿ Por qué tantas cosas importantes se me olvidan?

Cada persona con que nos topamos en el camino nos trae la oportunidad de aprender una lección, igual nosotros le ayudamos a ella a aprender algo. Es así. Todos y todas estamos conectados.

¿ Qué cosa insignificante soy ? ¿ qué maravilla?

No soy Nada. No tengo importancia. Soy pequeña, débil y vulnerable y precisamente en ello reside mi extraordinario poder.

No sé nada.

Y la certeza, en vez de empequeñecerme me da fuerza y me hace sentir mejor. Sé que aprendiendo a reírme de mi misma , a no darme tanta importancia, seré mejor persona cada día. Eso intento.

Pero una de las más importantes leyes de la dialéctica es la del desarrollo en espiral, y dice que a menudo, avanzando, se dan pasos hacia atrás. Eso me ha pasado en estos días también. Toca aprender de nuevo.

Mucho.

Y de seguro nunca , mientras viva, voy a terminar.

Y es que la mayoría de las cosas que vivimos son un misterio.

¿ verdad?

Gracias a Dios.
Fuente: Julia Ardón.