sábado, 31 de enero de 2009

La imagen de este post fue tomada de la Nación del 10 de enero/2009. Ese es el último recuerdo que don Coqui, tío de mi esposa, tiene de su casa en Cinchona (no le decimos "la Cinchona").

El jueves del terremoto don Coqui (Jorge Prendas) salió a almorzar tarde de la fábrica el Ángel. Al llegar a casa su hija le pidió un helado. Junto a su esposa se fueron a comprarlo a la pulpería que estaba a la par de la iglesia católica. En ese momento la mayoría de los adultos en edad laboral estaban en la fábrica, en el pueblo quedaban adultos mayores y niños.

De un momento a otro ocurrió el estruendo y todo se desarmó. La viga corona de la pulpería le cayó en un pie, lo salvó el zapato de seguridad. Alzó a su hija para que no se fuera en una grieta mientras sostenía con la espalda la pared que, al mismo tiempo, sostenía el techo de aquel comercio.

Después del terremoto, en medio de réplicas que eran como otro terremoto, sacó a su esposa que resultó seriamente lesionada en una pierna. La señora de la pulpería estaba todavía más prensada. Don Coqui ya no tenía fuerzas y el terreno se falseaba más: una grieta se hizo entre sus piernas. Vio a unos señores que estaban haciendo una reparación de servicios públicos y les pidió ayuda. No pudieron. Los cinco doncitos estaban en shock agarrados de la mano. La pulpera prensada le gritaba que la dejara morir, que se pusiera a salvo. Don Coqui no la dejó, con lo que le quedaba levantó un poco más la pared y el techo y jaló a la señora poniéndola a salvo.

En cada réplica las montañas aflojadas seguían cayéndose. Dentro de los derrumbes se escuchaban personas pidiendo auxilio. No fue posible ayudarlas porque no había forma de bajar y era difícil precisar exactamente de dónde venían las voces. Ese es el recuerdo más difícil de aquella tarde donde perdió a sus vecinos.

Llamó por teléfono sus familiares en San Miguel para avisar que hubo un terremoto, que Cinchona estaba debastado, que había muertos, que las montañas se desplomaron, que la carretera no estaba y que el río estaba lleno de lodo. No le creían. Llamó al servicio de emergencias y ahí le informaron que el terremoto había sido en Fraijanes, él insistía que había sido en Cinchona. Intentó llamar a la Cruz Roja pero la comunicación se interrumpió.

Por indicación de los heridos entró en las casas a buscar cobijas, colchonetas, acetaminofén, algodón y lo que quedara de los botiquines. Luego entró a su casa y llenó su microbús con la ropa que pudo encontrar. En el fresal instalaron el campamento. Ahí se protegieron con plásticos del frío y de la lluvia y atendieron a los heridos. Fue la noche más larga en medio de fuertes réplicas. A las 9:00 AM del viernes inició el rescate en el helicóptero amarillo con azul.

Actualmente don Coqui, la señora y la niña están ubicados en casa de doña Yamileth (su hermana) y don Carlos (el esposo de doña Yami) en San Miguel de Sarapiquí. Le gustaría que Cinchona fuera declarado parque o monumento en memoria de los que perdieron la vida aquel jueves en la tarde. Prefiere que su carro quede donde está, prensado por los escombros de la que fue su casa, "que todo quede como quedó". Para él no es viable levantar la comunidad: "Cinchona es imposible de reconstruir porque hay grietas en las que no se puede ver el fondo (...) con la lluvia y los temblores cualquier cosa podría pasar".

Fuente: Ciencia Ficción con Julio Córdoba.