POR UN PACTO SOCIAL DE ARMONÍA
La gran
herencia de la cultura patriarcal es consumada día tras día en
nuestras sociedades a lo largo de la Aldea Global. El ataque, es la herramienta
de poder y de defensa que se monopoliza para someter, provocar e imponerse
sobre los demás, también se utiliza para demostrar que se tiene la razón o que
se es inocente.
Prevalece
en nuestro tiempo la visión guerrerista de atacar como una “necesidad
natural” que justifica cualquier acción en aras de enajenar, esclavizar, competir,
ganar, culpar o por supervivencia. Estas son muestras fidedignas del mundo bárbaro que
predomina hasta nuestros días. La lógica prevaleciente de “estar a favor o en
contra”, de ser camarada o enemigo, es la dicotomía que
encierra toda clase de acción fundada en el ataque.
El ataque
es una negación de la unidad indivisible donde todos somos
UNO, donde no existe separación posible más que como manifestación de la
mente demente que separa, clasifica y juzga.
Sanar
desde las raíces este comportamiento heredado e infundado por
los mecanismos de control y dominación existentes es cuestión de un
profundo acto de rendición y valentía, de entrega absoluta al
discernimiento sin juicios, sin miedo, sin culpa y sin la arraigada creencia en
el pecado que provoca la reafirmación del ataque disfrazado de castigo como
forma de corrección.
Ahora se
requiere sostener una expresión de vacío total donde nuestras acciones estén libres
de condicionamientos y obedezcan a un pensamiento propio, renovado desde la
impecabilidad de nuestro espíritu, y que sea capaz de transformar la realidad
con amor, donde la ofensa se reconozca como parte de ese siniestro sistema
fabricado por el ego. Y desde este otro lugar de armonía asumir los cambios con determinación y en
paz.
Defender
sin atacar es la nueva reEvolución que debemos asumir con valor, con las armas
sin usarlas, sin escudos, ni piedras, ni trincheras, ni disparos, sin herir o
lastimar a nadie. Se trata de alcanzar la justicia verdadera, la que libera y
alcanza la concordia entre las gentes y los pueblos, esa tan anhelada victoria
de nuestros ideales de otro mundo posible sin agredir, sin matar. Ese es el ideal de nuestro actual pacifismo activo y revolucionario por la justicia y la
verdadera democracia.
La falsa
justicia en cambio, se nutre de la persecución y la
tortura, de la implementación de medidas cada vez más
represivas y sofisticadas, de la provocación y la maledicencia que espera se cumpla la Ley
del Talión, que los oprimidos respondan primero con
piedras y luego con guerrillas, para así justificar la confrontación y se
aplique al pie de la letra la doctrina del Shock
tan apetecida por las clases dominantes.
Doctrina del Shock
Naomi
Klein plantea la tesis que “las crisis –económicas,
sociales o políticas- y las catástrofes
ambientales son usadas para introducir unas reformas neoliberales que han
llevado a la demolición del Estado benefactor”. El extremista del
libre mercado Milton Friedman, premio nobel de economía, desde
los tiempos de la guerra fría propuso: la demolición de la
intervención estatal en la sociedad y en la economía,
asegurando desde entonces que las crisis pueden usarse para una terapia de Shock a favor del libre mercado.
Así se
ejecutó con éxito por medio de políticas
económicas aplicadas en nuestros
países latinoamericanos que fueron utilizados como laboratorios, donde enriquecieron
a las grandes corporaciones de la aldea global y con la venia de Washington se
institucionalizó el terrorismo de Estado en Chile, Argentina,
Brasil y Paraguay, tiempos en que se consolidó y extendió la red
intelectual hilvanada por Friedman.
Dicha
doctrina se nutre de innumerables aliados del mundo de los negocios, del
capitalismo democrático y el fundamentalismo del libre mercado
hasta llegar al consenso de Washington y su corolario de programas de ajuste estructural.
Haciendo que las actividades productivas y servicios sociales
gestionados por el estado sean sacrificados en nombre de la competitividad
internacional y el empobrecimiento.
Como una
gran avalancha el capitalismo con sus tentáculos insaciables se extendió por el
mundo demoliendo la presencia estatal en la economía, orquestando las crisis financieras de los años
noventa en Asia hasta llegar a la guerra
al terror, y luego a la utilización de los
desastres naturales para clavar las garras de su expansionismo delirante y
convertir los pueblos arrasados en laboratorios de privatización y
clubes vacacionales para las elites indolentes.
La
doctrina del Shock -como le ha
llamado Naomi Klein al programa de ingeniería social
y económica del “capitalismo del desastre”- busca limitar
la soberanía popular y privar a los gobiernos de ejercer su
autonomía por medio de diversas técnicas de
sometimiento en la globalización que tienen que ver con una sistemática
producción de intranquilidad.
El uso de
la violencia y la provocación de parte del gobierno costarricense en las más
recientes manifestaciones y desalojos a lo largo y ancho de nuestro país, es tan
solo una pieza de esa agenda del Shock
implementada por las últimas administraciones, cuya corrupción
galopante y desmantelamiento de las instituciones del Estado, más el
desbaratamiento del tejido social, la promoción de la
inseguridad y la pobreza son parte del adoctrinamiento que tiene como objetivo,
que se haga costumbre adormilar y maniatar al pueblo por medio del caos, la crisis, el
abandono y el Shock.
Klein nos
lo dice con estas palabras: 'A través del Shock, se fuerza a la gente a ser obediente', y mediante su
documental nos muestra los orígenes de esta doctrina cuando en los años 40s un grupo de psiquiatras
obtuvieron importantes hallazgos durante el tratamiento aplicado con
electroshocks a los enfermos mentales y prisioneros como modo de doblegarlos,
domesticarlos y reducirlos a una personalidad infantil, sumisa e indiferente, y
hace una pertinente relación de estas medidas con las políticas de Shock neoliberal de las últimas décadas.
Ausencia de armonía
Los
hechos violentos ocurridos esta semana contra este gobierno -el más
corrupto desde que tengo memoria- nos retrata perfectamente, comulga cabalmente
con los índices de violencia contra las mujeres, los
alarmantes abusos al que son sometidos en sus propios hogares cientos de niños y niñas en
nuestro país y al que han declarado como una Epidemia de
Violencia Infantil (EVI). Este Estado de
ausencia de armonía está legitimado por las entidades que nos muestran
las estadísticas crecientes de los índices de
suicidio, las sobrepobladas cárceles, la inminente construcción de una
millonarísima Escuela de policía en Limón con
financiamiento del gobierno más represor del mundo, por el permanente fanatismo
agresor en los Estadios, por la violencia en las carreteras, por los groseros actos de corrupción
arrolladores, por la creciente clase de milmillonarios que se hacen ricos con
el erario público y los negocios bajo la mesa, por el progresivo
tráfico de armas, de blancas y de drogas, y la lista se hace interminable.
Ha
quedado claramente demostrado que la violencia genera violencia. Nos continúan utilizando, el 9 de octubre, los estudiantes manifestados respondieron
con piedras la presencia provocadora y el matonismo con que se entrenaron estos policías que fueron usados este día como carne de cañón ante las anticipadas “muestras de vandalismo” de unos radicales hijos de
una Costa Rica invadida por la desesperanza y el miedo, estos actos parecieran haber
sido estimulados desde la mano aciaga del mismo gobierno.
No cabe la menor duda que estos hechos son
miedo disfrazado de golpe e insulto, miedo a perderlo todo, porque aún no todo está perdido. Miedo a seguir siendo explotados
y marginados. El miedo se disfraza de violencia y eso nutre el sistema
implantado desde las políticas neoliberales que vienen de los
organismos financieros internacionales en contubernio con los empresarios
indolentes de nuestra propia cuna, nos aplicaron una vez más la institucionalizada doctrina del Shock.
Este día alimentamos el sistema opresor, le dimos
de comer a la bestia su platillo favorito. Con la válvula de escape del sin sentido que es toda manifestación de violencia contra la humanidad se nutrió el sistema que nos acorrala.
Hoy nos dividen entre buenos y malos, nos
hacen enemigos entre iguales, porque no olvidemos que somos de los mismos. Ni
buenos ni malos, víctimas todos de una práctica corrupta que cada día atenta contra su pueblo. En este día certificamos la ausencia de armonía en nuestro país, y no falta quienes todavía defienden el ataque como medio de defensa
y de liberación de la opresión cuando históricamente está demostrado que no es efectiva la receta del ojo por ojo... piedra por garrote contra los otros y otras que son
reflejo de nosotros mismos.
¿Cuantas experiencias han demostrado lo contrario y a qué costo? ... todo esto mientras los verdaderos e infaustos artífices satisfechos se abrazaban por haber logrado su objetivo. Una vez más tienen asegurada su revancha, donde otra vez inocentes sufrirán las consecuencias, ¿acaso no es la historia de nuestra América
Latina? ¿No lo acabamos de ver en España, en Chile? Ha ganado la violencia en favor de la violencia, y se ha
justificado la venganza, el brazo "justiciero" que reclama la sangre
de su pueblo contra su pueblo ¿acaso es historia nueva?.
Por un Estado de Armonía.
Con estos
hechos recientes no han faltado quienes renieguen y vociferen contra los que
creemos en la paz como camino de liberación de la opresión que se
vive ante el desmantelamiento del Estado benefactor, aquel que pronto tendremos
la oportunidad de reconstruir entre
todos y todas desde las bases de nuestra Nación.
“Falsos
pacifistas” nos llaman como afrenta inútil ante nuestras desarmadas intenciones. Se
comprende que desde esa visión trincada a la idea del ataque, se encuentre
enemigos en cualquier lugar y se condene a los humanistas que pregonen la paz
como solución a todas las injusticias que vivimos en
nuestros días.
Lo cierto
es que lejos de ser un acto cobarde la elección -fruto
de profundo discernimiento- de defender sin atacar, es un acto de valentía. Es una
acción que sugiere demostrar el progreso de la
conciencia humana, colectiva, en la creciente revolución
espiritual de nuestras vidas.
Recuperar
la memoria matrística es un desafío
para éstas y las futuras
generaciones. Revelar la LUZ interior es un acto de autodescubrimiento que sin
duda nos conducirá hacia un PACTO SOCIAL DE ARMONÍA,
donde seremos capaces de reconocer lo que realmente somos, seres íntegros,
no fraccionados ni incompletos, no vengadores ni atacantes, sino nuevos hombres
y nuevas mujeres que saben integrarse al mundo con total libertad y amor por la
vida y el planeta, desde el centro mismo de nuestro ser unificado. Con toda
nuestra belleza y grandiosidad al descubierto seremos capaces de construir un MUNDO NUEVO.
Escrito por: Rodolfo Oreamuno Ramírez
Agradecimiento a Antony García Sánchez
Fuente: Retrato Oreamuno.
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