Este blog fue creado para dar seguimiento a acciones de solidaridad en Costa Rica y con Costa Rica. En estos tiempos sólo la solidaridad y la conciencia ciudadana podrá protegernos de todas las amenazas que acechan por todo lado. 2009.
lunes, 27 de junio de 2011
Prólogo de José Luis Sampedro en “¡Indignaos!” de Stéphane Hessel
Yo también nací en 1917. Yo también estoy indignado. También viví una guerra. También soporté una dictadura. Al igual que a Stéphane Hessel, me escandaliza e indigna la situación de Palestina y la bárbara invasión de Irak. Podría aportar más detalles, pero la edad y la época bastan para mostrar que nuestras vivencias han sucedido en el mismo mundo. Hablamos en la misma onda. Comparto sus ideas y me hace feliz poder presentar en España el llamamiento de este brillante héroe de la Resistencia francesa, posteriormente diplomático en activo en muchas misiones de interés, siempre a favor de la paz y la justicia.
¡INDIGNAOS! Un grito, un toque de clarín que interrumpe el tráfico callejero y obliga a levantar la vista a los reunidos en la plaza. Como la sirena que anunciaba la cercanía de aquellos bombarderos: una alerta para no bajar la guardia.
Al principio sorprende. ¿Qué pasa? ¿De qué nos alertan? El mundo gira como cada día. Vivimos en democracia, en el estado de bienestar de nuestra maravillosa civilización occidental. Aquí no hay guerra, no hay ocupación. Esto es Europa, cuna de culturas. Sí, ése es el escenario y su decorado. Pero ¿de verdad estamos en una democracia? ¿De verdad bajo ese nombre gobiernan los pueblos de muchos países? ¿O hace tiempo que se ha evolucionado de otro modo?
Actualmente en Europa y fuera de ella, los financieros, culpables indiscutibles de la crisis, han salvado ya el bache y prosiguen su vida como siempre sin grandes pérdidas. En cambio, sus víctimas no han recuperado el trabajo ni su nivel de ingresos. El autor de este libro recuerda cómo los primeros programas económicos de Francia después de la segunda guerra mundial incluían la nacionalización de la banca, aunque después, en épocas de bonanza, se fue rectificando. En cambio ahora, la culpabilidad del sector financiero en esta gran crisis no sólo no ha conducido a ello; ni siquiera se ha planteado la supresión de mecanismos y operaciones de alto riesgo. No se eliminan los paraísos fiscales ni se acometen reformas importantes del sistema. Los financieros apenas han soportado las consecuencias de sus desafueros. Es decir, el dinero y sus dueños tienen más poder que los gobiernos. Como dice Hessel, “el poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos, y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general”
¡INDIGNAOS!, les dice Hessel a los jóvenes, porque de la indignación nace la voluntad de compromiso con la historia. De la indignación nació la Resistencia contra el nazismo y de la indignación tiene que salir hoy la resistencia contra la dictadura de los mercados. Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas. Hessel reconoce que para un joven de su época indignarse y resistirse fue más claro, aunque no más fácil, porque la invasión del país por tropas fascistas es más evidente que la dictadura del entramado financiero internacional. El nazismo fue vencido por la indignación de muchos, pero el peligro totalitario en sus múltiples variantes no ha desaparecido. Ni en aspectos tan burdos como los campos de concentración (Guantánamo, Abu Gharaib), muros, vallas, ataques preventivos y “lucha contra el terrorismo” en lugares geoestratégicos, ni en otros mucho más sofisticados y tecnificados como la mal llamada globalización financiera.
¡INDIGNAOS!, repite Hessel a los jóvenes. Les recuerda los logros de la segunda mitad del siglo XX en el terreno de los derechos humanos, la implantación de la Seguridad Social, los avances del estado de bienestar, al tiempo que les señala los actuales retrocesos. Los brutales atentados del 11-S en Nueva York y las desastrosas acciones emprendidas por Estados Unidos como respuesta a los mismos, están marcando el camino inverso. Un camino que en la primera década de este siglo XXI se está recorriendo a una velocidad alarmante. De ahí la alerta de Hessel a los jóvenes. Con su grito les está diciendo: “Chicos, cuidado, hemos luchado por conseguir lo que tenéis, ahora os toca a vosotros defenderlo, mantenerlo y mejorarlo; no permitáis que os lo arrebaten”.
¡INDIGNAOS! Luchad, para salvar los logros democráticos basados en valores éticos, de justicia y libertad prometidos tras la dolorosa lección de la segunda guerra mundial. Para distinguir entre opinión pública y opinión mediática, para no sucumbir al engaño propagandístico. “Los medios de comunicación están en manos de la gente pudiente”, señala Hessel. Y yo añado: ¿quién es la gente pudiente? Los que se han apoderado de lo que es de todos. Y como es de todos, es nuestro derecho y nuestro deber recuperarlo al servicio de nuestra libertad.
No siempre es fácil saber quién manda en realidad, ni cómo defendernos del atropello. Ahora no se trata de empuñar las armas contra el invasor ni de hacer descarrilar un tren. El terrorismo no es la vía adecuada contra el totalitarismo actual, más sofisticado que el de los bombarderos nazis. Hoy se trata de no sucumbir bajo el huracán destructor del “siempre más”, del consumismo voraz y de la distracción mediática mientras nos aplican los recortes.
¡INDIGNAOS!, sin violencia. Hessel nos incita a la insurrección pacífica evocando figuras como Mandela o Martin Luther Kingo. Yo añadiría el ejemplo de Gandhi, asesinado precisamente en 1948, año de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de cuya redacción fue partícipe el propio Hessel. Como cantara Raimon contra la dictadura: Digamos NO. Negaos. Actuad. Para empezar, ¡INDIGNAOS!
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(El libro ya está a la venta en español)Fuente: Periodismohumano.com.
¡Indignaos!
martes, 21 de junio de 2011
Antenas, celulares y contexto urbano
Mauricio Ordóñez*
Con la apertura celular las redes respectivas se triplican, aumentando las emisiones electromagnéticas (EM) al entorno urbano. Cada operador tendrá hasta 1.200 sitios para irradiar su señal. Eso sí, la telefonía celular aporta apenas una parte de la enorme cantidad de radiaciones artificiales que nos rodean, como radio, TV, teléfonos, módems inalámbricos, hornos microondas, campos EM de tendidos eléctricos, etc. Vivimos en un “electro-smog” creciente.Estas radiaciones tendrían un impacto en la salud humana (y en la flora y fauna): en las cercanías de antenas radiantes se reportan más dolores de cabeza, mareos, insomnio, alergias, depresiones, problemas de piel, reproductivos y de conducta, y hasta cáncer. Muchos estudios indican una dramática correlación, otros consideran tal cosa no probada. Sigue siendo materia controversial y es una actitud responsable aplicar el sentido precautorio.
Para regular la radiación recibida hay mediciones, una es la densidad de potencia energética que llega a determinada superficie (watts por metro cuadrado). Por ejemplo, un celular de 0.50W, a 3cm del cráneo, genera 42W/m2; una antena celular de 2.500W PIRE (según datos del ICE, siendo el máximo europeo 500W!) a 2m de distancia produce 47W/m2; a 10m da 1,88W/m2 y a 50m solo 0.075W/m2, pero de emisión continua.
La densidad de potencia admitida por la Superintendencia de Telecomunicaciones (SUTEL) y el Ministerio de Salud (decreto No.36324-S) es la norma ICNIRP, aceptada por unos 50 países. Hablamos de 4,25 W/m2 para 850MHz, o 9W/m2 para los 1.800MHz. Sin embargo, esta exposición es más del doble que la norma catalana (2 W/m2 y 4W/m2), cuatro veces más que la chilena (1W/m2), 42 veces más que la italiana (0,1W/m2) y 100 veces mayor que la suiza (0,043 y 0.01W/m2).
¿Cuál la norma segura? ¿Dónde el punto de precaución? Según los científicos de Seletun, la radiación no debería superar 0,00017 W/m2 –la de una antena a 1.000m de distancia– para nosotros, seres vivos que evolucionamos con radiaciones naturales de una milmillonésima de watt.
Acuerdos y discrepancias. Estas instalaciones requieren permiso municipal. Antes era obra de Estado, que trascendía estas regulaciones. Ahora cada municipalidad debe hacer su reglamento y la Federación de Municipalidades del Área Metropolitana (FEMETRON) hizo un reglamento-guía, con la colaboración de SUTEL y empresas interesadas. Su versión final genera acuerdos y discrepancias:El primer gran reclamo al reglamento FEMETRON es que trata solo de torres, se olvida de las antenas que emiten al espacio aéreo del cantón. Su trámite municipal es usual en otros países. Es necesario conocer su potencia para establecer retiros, eventuales patentes y como archivo de información accesible a vecinos. Algunos sostienen que esto solo le corresponde a SUTEL, pero las municipalidades son las únicas que conocen el contexto urbano.
El lote mínimo para las torres, según FEMETRON, es de 6x6m, con retiros de 3m. La antena puede estar a 15m de altura, o apenas a 6m sobre la azotea del vecino (oficio SUTEL 534-2010). Si restamos los brazos y el grueso de la torre, cualquiera podría tener la antena zumbando en su oreja a 1.5m de distancia, emitiendo 83W/m2, muy por encima de la norma de Salud.
En estos ridículos retiros no se ha considerado la emisión en colindancia y altura (accesibilidad 2 y 3) de la norma UIT K52, vinculante según el decreto de Salud. Hablamos de gente en actuales o potenciales edificios adyacentes (ver ilustración), pero también árboles y fauna asociada.
Debemos exigir, apenas para cumplir la ley, que ninguna antena se encuentre a menos 6.7m (4,19W/m2), es decir, el centro de la torre tendría que estar a 8.5m de colindancias.
Acciones de defensa. Nadie en su sano juicio quisiera ver comprometido el uso y valor de su propiedad por una antena al lado, limitando su desarrollo futuro. Ciertamente, una gran mole “mataría” la antena, pero puede haber edificaciones de 4 a 5 pisos que terminen viviendo en conflicto con nocivas antenas vecinas.
El reglamento FEMETRON tampoco considera retiros de zonas sensibles (hospitales, maternidades, guarderías, escuelas, asilos), que no deberían bajar de 100m (0.02W/m2); ni de espacios plazas y parques destechados, que no debería bajar de 50m (0.75W/m2). Retiros justos y normales en otros países. Gran fallo que debe remediarse. No preocupa tanto la cantidad de antenas: es preferible antenas cercanas pero de menor potencia, que lejanas de mayor potencia, por el menor impacto a la gente vecina. No es buena una pobre señal hacia los celulares de mano, pues tienen que emitir a mayor potencia para compensar.
Preocupa la mimetización de antenas, disfrazadas de árbol o palmera. Ya sean feas o bonitas, más preocupante es su ocultamiento a los vecinos. Salvo razón patrimonial, deberían prohibirse.
Ya varios cantones han aprobado el reglamento FEMETRON, algunos sin gran cuestionamiento. ¿Conoce Ud. el reglamento de su cantón? Sirva este artículo para el conocimiento y reflexión del tema, y para promover las acciones de defensa necesarias. La salud es un bien invaluable. Nunca es tarde para mejorar.
Fuente: Diario Extra.
jueves, 28 de abril de 2011
Experimento de Obediencia de Milgram 2010
Resumen: Experimento de Obediencia de Milgram 2010
"Si la gente es buena sólo porque temen al castigo y porque esperan una recompensa, entonces verdaderamente somos un grupo lastimoso." - Albert Einstein
Documental El juego de la muerte (parte 1) de 10
Documental El juego de la muerte (parte 2) de 10
Documental El juego de la muerte (parte 3) de 10
Documental El juego de la muerte (parte 4) de 10
Documental El juego de la muerte (parte 5) de10
Documental El juego de la muerte (parte 6) de 10
Documental El juego de la muerte (parte 7) de 10
Documental El juego de la muerte (parte 8) de 10
Documental El juego de la muerte (parte 9) de 10
Documental El juego de la muerte (parte 10) de 10
miércoles, 16 de febrero de 2011
¡Indignaos!
14 Febrero 2011 | Categorías: Crisis sistémica |
Ignacio Ramonet – Comité Científico de ATTAC España
Tiene 93 años. Se llama Stéphane Hessel. Y la historia de su vida es una fabulosa novela. Lo era ya, en cierto modo, antes mismo de que naciera. Algunos quizás recuerden aquella película de François Truffaut, Jules et Jim. Pues bien, la mujer anticonformista interpretada por Jeanne Moreau, y uno de sus dos amantes (1), Jules, judío alemán traductor de Proust, fueron sus padres. En la atmósfera artística del París de los años 1920 y 1930, Stéphane Hessel creció rodeado de los amigos de la casa, entre otros, el filósofo Walter Benjamin, el dadaísta Marcel Duchamp y el escultor Calder…
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se alista en la Resistencia y se suma, en Londres, al equipo del general De Gaulle, quien le confía una peligrosa misión en territorio francés. Detenido por los nazis, es torturado y deportado al campo de exterminio de Buchenwald, de donde trata, una y otra vez, de evadirse. Lo acaban capturando y lo condenan a la horca. A punto de ser ejecutado, consigue usurpar la identidad de un muerto y logra por fin evadirse. Se une a la lucha por la liberación de Francia, inspirado en los principios del Consejo Nacional de la Resistencia que promete una democracia social, la nacionalización de los sectores energéticos, de las compañías de seguros y de la banca, y la creación de la Seguridad Social.
Después de la victoria, De Gaulle lo envía -tiene apenas 28 años- a Nueva York, a la ONU, cuyos fundamentos teóricos se están acicalando entonces. Allí, Hessel participa, en 1948, en la elaboración y redacción de uno de los documentos más trascendentales de los últimos seis decenios: la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Regresa luego a París para integrarse en el gabinete socialista de Pierre Mendès-France, que inicia la descolonización, pone fin a la guerra en Indochina, y prepara la independencia de Túnez y Marruecos. Los años más recientes, este noble y persistente defensor de las causas justas, diplomático de profesión, los ha consagrado a protestar sin descanso contra el trato dispensado a los “sin papeles”, a los gitanos, a todos los inmigrantes…
Y si hoy nos referimos a él, es porque acaba de publicar un librito, más bien un breve panfleto político de 30 páginas, devenido -en la Francia popular sublevada contra la regresión social-, un excepcional éxito editorial y un fenómeno social. Gracias al boca a boca y, sobre todo, a las nuevas redes sociales, el texto, ninguneado al principio por los medios de información dominantes, ha conseguido franquear las censuras y llenar de esperanza miles de corazones. En apenas unas semanas, de este repertorio de las injusticias más indignantes, ya se han vendido (cuesta 3 euros) más de 650.000 ejemplares… Algo jamás visto. Su título: una consigna, ¡Indignaos! (2).
Dice Balzac que el panfleto “es el sarcasmo convertido en bala de cañón”. Añade Stéphane Hessel que la indignación es la pólvora de toda explosión social. Dirigiéndose a sus lectores, les recomienda: “Deseo que halléis un motivo de indignación. Eso no tiene precio. Porque cuando algo nos indigna, nos convertimos en militantes, nos sentimos comprometidos y entonces nuestra fuerza es irresistible”.
Los motivos de indignación no escasean: “En este mundo, dice Hessel, hay cosas insoportables”. En primerísimo lugar: la naturaleza del sistema económico responsable de la actual crisis devastadora. “La dictadura internacional de los mercados internacionales” constituye además, según él, “una amenaza para la paz y la democracia”. “Nunca, afirma, el poder del dinero fue tan inmenso, tan insolente y tan egoísta, y nunca los fieles servidores de Don Dinero se situaron tan alto en las máximas esferas del Estado”.
En segundo lugar, Hessel denuncia la desigualdad creciente entre los que no tienen casi nada y los que lo poseen todo: “La brecha entre los más pobres y los más ricos jamás ha sido tan profunda; ni tan espoleados el afán de aplastar al prójimo y la avidez por el dinero”. A guisa de enmienda sugiere dos propuestas sencillas: “Que el interés general se imponga sobre los intereses particulares; y que el reparto justo de la riqueza creada por los trabajadores tenga prioridad sobre los egoísmos del poder del dinero”.
En temas de política internacional, Hessel afirma que su “principal indignación” es el conflicto israelo-palestino. Recomienda que se lea “el informe Richard Goldstone de septiembre de 2009 sobre Gaza (3), en el cual este juez sudafricano, judío, que incluso se declara sionista, acusa al ejército israelí”. Relata su visita reciente a Gaza, “prisión a cielo abierto para un millón y medio de palestinos”. Una experiencia que lo sobrecoge y solivianta. Aunque no por ello reniega de la no-violencia. Al contrario, reafirma que “el terrorismo es inaceptable”, no sólo por razones éticas sino porque, al ser “una expresión de la desesperación”, no resulta eficaz para su propia causa pues “no permite obtener los resultados que la esperanza puede eventualmente garantizar”.
Hessel convoca el recuerdo de Nelson Mandela y de Martin Luther King. Ellos, dice, nos indican “el camino que debemos aprender a seguir”. Porque, para avanzar, sólo existe una conducta: “apoyarnos en nuestros derechos, cuya violación -sea quien sea el autor de ésta-, debe provocar nuestra indignación. ¡No transijamos jamás con nuestros derechos!”.
Finalmente, se declara partidario de una “insurrección pacífica”. En particular contra los medios masivos de comunicación en manos del poder del dinero, y que “sólo proponen a los ciudadanos el consumo de masas, el desprecio hacia los humildes y hacia la cultura, la amnesia generalizada y una competición a ultranza de todos contra todos”.
Stéphane Hessel ha sabido expresar con palabras, lo que tantos ciudadanos golpeados por la crisis y por las medidas de regresión social sienten en el fondo de sí mismos. Ese sentimiento de que les están arrebatando sus derechos, esos anhelos punzantes de desobedecer, esos deseos de gritar hasta perder el aliento, esas ganas en fin de protestar sin saber cómo…
Todos esperan ahora la segunda entrega. Cuyo título, lógicamente, sólo puede ser: ¡Sublevaos!
Notas:
(1) El otro era Pierre-Henri Roché, autor de la novela con el mismo título llevada a la pantalla por François Truffaut. (2) Stéphane Hessel, Indignez-vous!, Indigène éditions, Montpellier, 2010. (3) NDLR: “Human Rights In Palestine And Other Occupied Arab Territories. Report of the United Nations Fact Finding Mission on the Gaza Conflict”, Naciones Unidas, Nueva York, 15 de septiembre de 2009.
Tiempo de indignarse, tiempo de implicarse
“Deseo que halléis un motivo de indignación. Eso no tiene precio.
Porque cuando algo nos indigna, nos convertimos en militantes, nos sentimos comprometidos y entonces, nuestra fuerza es irresistible.” Stéphane Hessel
Europa parece adormecida mientras los enterradores de lo que resta del “estado del bienestar”, continúan su tarea con el liderazgo de Merkel y Sarkozy más una extensa lista de complicidades. Ante las evidencias de la crisis capitalista proclamaron la necesidad de “refundarlo”, de multiplicar los controles, de terminar con los paraísos fiscales ( seguro refugio del dinero mal habido) y hasta de la nacionalización de al menos de una parte de la banca. Dos años después, lo cierto es que han hecho todo lo contrario. Son los trabajadores, las mayorías sociales, las que sufren las consecuencias con la pérdida progresiva de derechos sociales y laborales que costaron años de lucha y sacrificios. Y esos golpes son asumidos pasivamente, como si fueran justos, como si fueran un castigo merecido. En tanto, banqueros, mercaderes diversos y los grandes grupos económicos aumentan sus ganancias y sus ventajas. (Los cinco principales bancos españoles obtuvieron durante el 2010 una ganancia de 14.000 millones de euros.)
Ante tanto silencio, surge en Francia el llamamiento de Stéphane Hessel, que en un texto breve, más folleto que libro, nos convoca a la indignación. Utiliza su memoria – que debería ser también la nuestra - sobre un pasado no tan lejano, y analiza el presente con una reflexión lúcida y serena. Tan sencilla como contundente, su convocatoria llegó ya a millones de personas.
Una pequeña editorial francesa publicó ocho mil ejemplares de ¡Indignaos!, y en pocos meses, sin más publicidad que la fuerza de su propio contenido, debió realizar nuevas tiradas. Hoy se estima que casi un millón de ejemplares circulan ya en Francia.
En nuestro envío anterior de SERPAL, anunciábamos la intención de compartir con nuestros suscriptores una traducción en castellano. Pero a pesar de la urgencia en que ese texto se difunda, debimos admitir que el riesgo de no ser absolutamente fieles y respetuosos de la intención del autor era elevado.
Es por eso que para cumplir en parte con ese anticipo nuestro y con esa urgencia en el mundo de habla hispana, decidimos basarnos en un artículo de Miguel Izú publicado en “Rebelión”. Por su importancia para nuestros lectores en España, decidimos publicar también las propias referencias del autor a una lectura “española” del texto, en la certeza de la validez de la convocatoria de Hessel. Añadimos que conforme a los anuncios de la editorial Destino, para el 22 de marzo se publicará en España la traducción en castellano con prólogo de José Luis Sampedro.
A partir de estas líneas, reproducimos el texto de Miguel Izú.
(…)
El autor escribe desde sus 93 años, confiesa que cerca ya del final, recordando los orígenes de su compromiso político, los años de la Resistencia.
Nacido en Berlín en 1917 en el seno de una familia judía que emigró a Francia, tras la victoria nazi de 1940 se unió a la Francia libre de De Gaulle en Londres; de vuelta clandestinamente en 1944 al París ocupado fue detenido por la Gestapo y deportado; pasó entre otros por el campo de concentración de Buchenwald, logró sobrevivir adoptando una identidad falsa, se evadió hasta dos veces y regresó a París. En la posguerra ingresó en la diplomacia y, destinado en las Naciones Unidas, participó en la redacción de la Declaración Universal de Derechos del Hombre de 1948. Posteriormente representó a Francia en diversas organizaciones internacionales, apoyó la independencia de Argelia, se afilió al Partido Socialista, en los últimos años viaja a Gaza para denunciar la guerra. “Siempre me he situado al lado de los disidentes”, afirma.
Invoca los principios establecidos en 1944 por el Consejo Nacional de la Resistencia para la Francia liberada, principios más necesarios que nunca y que hoy han quedado traicionados: “Un programa completo de Seguridad Social, dirigido a asegurar a todos los ciudadanos los medios de existencia en todos los casos en que sean incapaces de obtenerlo por su trabajo; una jubilación que permita a los trabajadores mayores acabar dignamente sus días. Las fuentes de energía, la electricidad, el gas, las minas de hulla, los grandes bancos, nacionalizados. Este programa preconizaba, además, la vuelta a Ia nación de los grandes medios de producción monopolizados, fruto del trabajo común, las fuentes de energía, las riquezas del subsuelo, las compañías de seguros y los grandes bancos; la instauración de una verdadera democracia económica y social, implicando la privación a los grandes feudos económicos y financieros de la dirección de la economía. El interés general debe primar sobre el interés particular, el reparto justo de la riqueza creada por el mundo del trabajo ha de primar sobre el poder deI dinero. La Resistencia propone una organización racional de la economía que asegure la subordinación de los intereses particulares aI interés general y rechace la dictadura profesional instaurada a imagen de los estados fascistas; el Gobierno provisional de la República toma su relevo”.
Y sigue desgranando Hessel el programa de la Resistencia : “Una verdadera democracia necesita una prensa independiente; la Resistencia lo sabe, Io exige, defendiendo « la libertad de prensa, su honor y su independencia del Estado, de los poderes del dinero y de influencias extranjeras». Es eso lo que todavía protegen las ordenanzas sobre prensa desde 1944, y es eso lo que está en peligro hoy. La Resistencia llamaba a « la oportunidad efectiva de todos los niños franceses de gozar de la instrucción más desarrollada», sin discriminación; en cambio, las reformas propuestas en 2008 van contra este proyecto. Jóvenes profesores, cuya acción apoyo, se negaron a aplicarlas y vieron sus salarios recortados como sanción. Se han indignado, han desobedecido, juzgaron esas reformas demasiado alejadas del ideal de la escuela republicana, demasiado al servicio de una sociedad deI dinero que ya no desarrolla lo suficiente el espíritu creativo y crítico. Es toda la base de las conquistas sociales de la Resistencia lo que hoy está en cuestión ”.
Reivindica Hessel la obra realizada a partir de 1945 según el programa del Consejo Nacional de la Resistencia : “Se atreven a decirnos que el Estado ya no puede asegurar los costes de estas medidas sociales. Pero, ¿cómo puede faltar hoy el dinero para mantener y prolongar estas conquistas cuando Ia producción de riqueza ha aumentado considerablemente desde la Liberación , el período en que estaba arruinada Europa? Si no fuera porque el poder deI dinero, tan combatido por la Resistencia , nunca fue tan grande, insolente, egoísta, con sus servidores introducidos hasta en las más altas esferas del Estado. Los bancos privatizados se muestran sobre todo preocupados por sus dividendos y los altos salarios de sus dirigentes, no por el interés general. La brecha entre los más pobres y los más ricos nunca fue tan importante; y la competición por el dinero nunca estuvo tan animada”.
Hessel llama a la indignación, la misma indignación que era la base de la Resistencia : “Nosotros, veteranos del movimiento de resistencia y de las fuerzas combatientes de la Francia libre, llamamos a las jóvenes generaciones a hacer vivir, a transmitir la herencia de la Resistencia y sus ideales. Les decimos: ¡tomad el relevo, indignaos! Los responsables políticos, económicos, intelectuales, y el conjunto de la sociedad no deben resignarse ni dejarse impresionar por la actual dictadura internacional de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia”. “Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, tener un motivo de indignación. Es precioso. Cuando algo indigna, como yo me indigné con el nazismo, entonces nos hacemos militantes, fuertes y comprometidos”.
Cuenta Hessel la fuerte influencia que recibió de Sartre, de su mensaje libertario y de su afirmación de que “sois responsables en cuanto individuos”. Compara las dos visiones de la historia que personifica en Hegel y en Benjamín. “Mi optimismo natural, que quiere que todo lo deseable sea posible, me llevaba hacia Hegel. El hegelianismo interpreta el devenir de la historia de Ia humanidad como poseedora de un sentido de la libertad humana progresando etapa a etapa. La historia se hace con choques sucesivos, es la toma de conciencia de sus desafíos. La historia de las sociedades progresa y, al final, eI hombre alcanza su libertad completa, conseguimos el Estado democrático en su forma ideal”. Pero existe otra concepción de Ia historia: “El progreso hecho por la libertad, la competición, la carrera a « siempre más», esto se puede vivir como un huracán destructor. Así es como lo representa un amigo de mi padre, eI hombre que compartió con él la tarea de traducir al alemán En busca del tiempo perdido de Marcel Proust. Es el filósofo alemán Walter Benjamin. Él había obtenido un mensaje pesimista de un cuadro del pintor suizo Paul Klee, el Angelus Novus, donde la figura deI ángel abre los brazos como para contener y rechazar una tempestad que él identifica con el progreso. Pobre Benjamín, se suicidará en septiembre de 1940 para huir del nazismo, el sentido de Ia historia es el camino irresistible de catástrofe en catástrofe”.
Alerta contra la indiferencia; admite que hoy los motivos para la indignación están menos claros que en otro tiempo en un mundo complejo, interdependiente, interconectado, no es fácil saber quién gobierna, quién decide en realidad. “Pero en ese mundo, hay cosas insoportables. Para verlas, hay que mirar bien, hay que buscar. Digo a los jóvenes: buscad un poco, las vais a encontrar. La peor de las actitudes es la indiferencia, decir: yo no puedo hacer nada, a mí ya me va bien. Comportándoos así perdéis uno de los elementos esenciales que nos hacen humanos: la facultad de indignación y de compromiso que es su consecuencia”.
Identifica dos grandes desafíos: la inmensa brecha entre pobres y ricos que no deja de crecer, y los derechos humanos y la salud del planeta.
Recuerda el momento en que se proclamaron los derechos universales del hombre en 1948:
A René Cassin debemos el término de derechos « universales» y no « internacionales» como proponían nuestros amigos anglosajones. Porque ahí se juega la salida de la segunda guerra mundial: emanciparse de las amenazas que el totalitarismo hizo pesar sobre Ia humanidad. Para emanciparse, hay que conseguir que los Estados miembros de Ia ONU se comprometan a respetar estos derechos universales. Es una manera de desbaratar el argumento de la plena soberanía que un Estado puede hacer valer para entregarse a cometer crímenes contra la humanidad sobre su suelo. Fue el caso de Hitler que se consideraba amo supremo autorizado a provocar un genocidio. Esta declaración universal debe mucho a la repulsión universal hacia el nazismo, el fascismo, el totalitarismo y, también, a través de nuestra presencia, al espíritu de la Resistencia”.
Afirma Hessel que “hoy, mi principal indignación concierne a Palestina, a la franja de Gaza, a Cisjordania. Ese conflicto es la fuente misma de la indignación”. Describe Gaza como “una prisión a cielo abierto para un millón y medio de palestinos” y lamentándose afirma que “los judíos puedan perpetrar ellos mismos crímenes de guerra es insoportable; por desgracia la historia da pocos ejemplos de pueblos que desperdician las lecciones de su propia historia”.
Apuesta por la acción no violenta, “el camino que debemos aprender a seguir”: “Estoy convencido que el futuro pertenece a la no violencia, a la conciliación de las diferentes culturas. Es la vía por la que Ia humanidad debe salvar su próxima etapa. Y aquí, refuto a Sartre, no podemos disculpar a los terroristas que lanzan bombas, aunque los podamos comprender. Sartre escribió en 1941: «Reconozco que la violencia bajo cualquier forma que se manifieste es un fracaso. Pero es un fracaso inevitable porque estamos en un universo de violencia. Y si es verdad que el recurso a la violencia mantiene la violencia y arriesga a perpetuarla, en verdad también es el único medio para hacerla cesar». Yo añadiría que la acción sin violencia es un medio más seguro de hacerla cesar. No podemos apoyar a los terroristas, como Sartre hizo en nombre de este principio durante Ia guerra de Argelia, o en el momento deI atentado de los juegos de Munich, en 1972, cometido contra atletas israelíes. No es eficaz y Sartre mismo acabaría por interrogarse al fin de su vida sobre el sentido del terrorismo y por dudar de su razón de ser. Decirse «Ia violencia no es eficaz» es mucho más importante que saber si se debe condenar a los que se entregan a ella. El terrorismo no es eficaz”.
Después de los progresos conseguidos a partir de 1948 (descolonización, fin del apartheid, caída del imperio soviético, caída del muro de Berlín) Hessel considera que los primeros años del siglo XXI son una época de retroceso. Pero no renuncia a la esperanza y finaliza con un llamamiento a la insurrección pacífica: “Con ocasión del sexagésimo aniversario del Programa del Consejo Nacional de la Resistencia decíamos en marzo de 2004 los veteranos de los movimientos de Resistencia y las fuerzas combatientes de la Francia libre (1940-1945), que ciertamente «el nazismo fue vencido gracias al sacrificio de nuestros hermanos y hermanas de la Resistencia y las Naciones Unidas contra la barbarie fascista. Pero esta amenaza no desapareció totalmente y nuestra cólera contra la injusticia está siempre intacta».
No, esta amenaza no desapareció totalmente. Llamemos siempre a « una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que proponen como horizonte para nuestra juventud sólo el consumo en masa, el desprecio de los más débiles y de la cultura, Ia amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos».
“A quienes harán el siglo XXI les decimos con afecto: CREAR ES RESISTIR, RESISTIR ES CREAR ”.
Y añade luego Miguel Izú, tras la reproducción de estos párrafos del texto de Hessel:
El éxito de este escrito en Francia probablemente tiene una lectura nacional ya que apela a ciertos resortes sentimentales de la guerra mundial, la Resistencia , la refundación de la república, especialmente eficaces entre la izquierda francesa. Pero cabe una lectura española del texto que conduce a una no menor indignación que la que expresa Hessel.
En España no hubo victoria sobre el fascismo, no triunfó la resistencia al franquismo. Mientras en 1945 en Francia y otros países europeos se implantaba la democracia y se soñaba con esa plena democracia económica y social a la que alude Hessel, aquí quedaban todavía treinta años de dictadura. Pero, de alguna manera, tarde, con muchas concesiones al pasado, con renuncias, también a partir de 1975 llegó el momento de la esperanza. La ocasión de implantar el cumplimiento efectivo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, la ocasión de ser también europeos con el sentido de progreso que tenía la expresión en la salida del franquismo, la oportunidad de recuperar las ilusiones truncadas en 1936.
Buena parte de lo que en Francia fue el programa de la Resistencia en España se incorporó a la Constitución de 1978. Aunque hubo cesiones importantes (monarquía parlamentaria, indisoluble unidad de la nación española, papel de las fuerzas armadas, economía de mercado, rigidez de la reforma) el texto constitucional recibe buena parte de la mejor tradición de la posguerra europea.
Con lo que ha llovido desde entonces, algunos de sus preceptos suenan incluso a un utópico radicalismo: l art. 1.2: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”; el art. 9.2: “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”; el art. 10.2: “La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la Ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social”; el art. 31.1: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio”; el art. 35.1: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”; el art. 40.1: “Los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y personal más equitativa, en el marco de una política de estabilidad económica. De manera especial realizarán una política orientada al pleno empleo”; el art. 41: “Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres”; el art. 45.2: “Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva”; el art. 47: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos”; el art. 50: “Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad. Asimismo, y con independencia de las obligaciones familiares, promoverán su bienestar mediante un sistema de servicios sociales que atenderán sus problemas específicos de salud, vivienda, cultura y ocio”; el art. 128: “1. Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general.
2. Se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Mediante Ley se podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de monopolio y asimismo acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general”; el art. 129: “1. La Ley establecerá las formas de participación de los interesados en la Seguridad Social y en la actividad de los organismos públicos cuya función afecte directamente a la calidad de la vida o al bienestar general. 2. Los poderes públicos promoverán eficazmente las diversas formas de participación en la empresa y fomentarán, mediante una legislación adecuada, las sociedades cooperativas. También establecerán los medios que faciliten el acceso de los trabajadores a la propiedad de los medios de producción”; el art. 131: “1. El Estado, mediante Ley, podrá planificar la actividad económica general para atender a las necesidades colectivas, equilibrar y armonizar el desarrollo regional y sectorial y estimular el crecimiento de la renta y de la riqueza y su más justa distribución. 2. El Gobierno elaborará los proyectos de planificación, de acuerdo con las previsiones que le sean suministradas por las Comunidades Autónomas y el asesoramiento y colaboración de los sindicatos y otras organizaciones profesionales, empresariales y económicas. A tal fin se constituirá un Consejo, cuya composición y funciones se desarrollarán por Ley”.
¿Qué tienen que ver todos estos preceptos constitucionales con nuestra realidad presente? Probablemente lo mismo que los principios de la Resistencia que añora Hessel con la Francia de Sarkozy. Poco o nada. También nos han estafado política y económicamente. Vivimos la misma dictadura internacional de los mercados financieros; al Gobierno le interesa más la confianza de “los mercados” que la confianza de los ciudadanos; la contención del déficit para asegurar a los acreedores del Estado el pago de la deuda es más importante que el pleno empleo; bajar los impuestos al capital cediendo al chantaje de la deslocalización es más importante que tener un sistema tributario justo y progresivo; asegurar el negocio del sector financiero es prioritario sobre el derecho a la Seguridad Social ; garantizar los inflados precios del sector inmobiliario es más importante que el derecho a una vivienda digna; hacer negocios con Marruecos, Israel, Arabia saudí, Rusia, China y otros países tan democráticamente avanzados y paladines de los derechos humanos es realmente prioritario y los más sensato y responsable. Hay que competir en sueldos bajos y en recortes sociales para mantener este sistema en que unos pocos prosperan y arramblan con la riqueza y la mayoría sobrevive, hay que garantizar el crecimiento del PIB aunque sea a costa de un planeta cada vez más depredado.
Hay motivos para indignarse, hay necesidad de indignarse, hay no menos causa para la insurrección pacífica. ¿Tendrá el mismo éxito Stéphane Hessel en España cuando se edite su libro en castellano?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
(fin de la reproducción del artículo citado ).
Fuentes consultadas o reproducidas por SERPAL: “Indígnate” por Miguel Izú en Rebelión, y original en francés de “Indignez vous!” (Indigène éditions, en Montpellier, Francia. )
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Estimados amigos,
En nuestro último envío ( SERPAL 434 ) sobre el Foro Social Mundial hacíamos referencia a la situación europea, como “declive y retroceso”. Comentábamos la pasividad de la sociedad ante el avance de prácticas neoliberales y como los poderes económicos y financieros responsables de la crisis aprovechaban para impulsar recortes de derechos sociales y económicos. Ante esa situación, surgió un llamamiento titulado simplemente “¡Indignaos!”.
Su autor, un alemán emigrado a Francia que combatió en la Resistencia contra el nazismo y que en 1948 participó en la redacción de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Desde entonces, su vida fue un compromiso con la justicia y la dignidad humana. Hoy tiene 93 años, pero plena lucidez para convocar a la indignación de los ciudadanos. De próxima aparición en castellano, su texto publicado por una pequeña editorial francesa es una reflexión indispensable para salir del letargo.
Un saludo,
Redacción de SERPAL
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Nota de interés: Convocatoria en España.
Al momento de finalizar este nuevo envío de SERPAL, circula por Internet la convocatoria de un encuentro estatal en España que tiene mucho que ver con el llamamiento de Hessel. Bajo el título de “Para una salida social a la crisis”, un grupo de personas “preocupadas por la situación política y por las amenazas que se ciernen sobre sectores cada vez más amplios de la población” deciden tomar la iniciativa de convocar de forma abierta a la creación de espacios para la reflexión, el debate y las propuestas de acción unitaria, a las que definen como “mesas de convergencia ciudadana”.
La convocatoria es para el sábado 19 a las 11 horas en el Auditorio Marcelino Camacho de CCOO de Madrid, en calle Lope de Vega Nº 40.
Texto completo de la convocatoria, adhesiones y otros detalles en la página
http://mesasdeconvergencia.
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15 de febrero de 2010
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