A un año del terremoto, Gobierno en deuda con los informes oficiales
Fuente: elpais.cr | 08/01/2010
San José (elpais.cr) - A pesar de que la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), fijó en unos 500 millones de dólares la pérdidas por el terremoto de Cinchona, la Red Sismológica Nacional (RSN), de la Universidad de Costa Rica y del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), aseguró en el informe final la dificultad para cuantificar el daño.
El jueves 8 de enero, a las 13;21 horas, un fuerte sismo sacudió la región norte del Valle Central de Costa Rica, propiamente unos 40 kilómetros al norte de la ciudad capital, en el límite de las provincias de de Heredia y Alajuela.
El sismo tuvo una magnitud Mw 6,2, una profundidad de 6,0 km, una intensidad máxima de lX en la zona mesosísmica, un área de ruptura de unos 72 kilómetros cuadrados y está asociado con un callamiento denominado falla Ángel‐Varablanca de dirección NW‐SE, ubicado en el flanco este del volcán Poás. Este sistema de falla tuvo su última actividad en junio del 2005.
Las personas interesadas pueden consultarlo en la página web de la RSN, en la dirección: (
http://www.rsn.geologia.ucr.ac.cr/ El documento consta de 138 páginas y en su elaboración participaron casi 20 profesionales, entre geólogos, sismólogos, vulcanólogos e ingenieros de la UCR y del ICE.
La presente actividad se inició el día miércoles 7 de enero de 2009, con un evento precursor de magnitud Md 4,6, que ocurrió en la zona cercana a la localidad de Varablanca a las 10 am. La actividad de réplicas fue continua por unas tres semanas y se registraron más de 1600 de magnitudes mayores a 2,5 Md. Se reportaron serios daños en carreteras y caminos, principalmente en la zona entre Cinchona y Varablanca, al norte de Heredia.
En viviendas y edificaciones hubo graves daños y alarma general en la población en la parte central del país, 25 personas fallecieron, y hay 17 personas desaparecidas. Algunas obras del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) ubicadas en la zona como la presas de PH Toro II y PH Cariblanco fueron afectadas parcialmente.
El servicio eléctrico sufrió averías serias en la zona del epicentro y en el área metropolitana se interrumpió por una hora. Los servicios telefónicos se saturaron también por al menos unas dos horas. Históricamente, la zona norte de las ciudades de Alajuela y Heredia, ha sido afectada por varios terremotos importantes, como fueron los ocurridos en 1851 (M 6,0), 1888 (M 6,0), 1911 (M 6,1), 1912 (M 6,1) y 1955 (M 5,8).
La última actividad sísmica previa al terremoto del 8 de enero del 2009 fue un enjambre sísmico ocurrido en la misma zona en junio y julio del 2005, relacionado con el sistema de falla Ángel‐Varablanca.
Daño
Del informe final emitido por la CNE para este terremoto (
http://www.rsn.geologia.ucr.ac.cr/), se habla de unos 280.765 millones en pérdidas (unos $492 millones), pero la dificultad de cuantificar el daño, parte de informaciones difusas, donde ni siquiera la simple sumatoria de personas y familias afectadas concuerda con los totales que se mostraron en prensa o informes oficiales y cuando era de esperar que en un albergue, luego de un número aceptable de días de permanencia la cantidad de personas decrezca, en muchos de los números mostrados la cifra más bien tendió a aumentar.
¿Por qué del daño?
El informe sostiene que la zona más afectada no supera los 20 kilómetros cuadrados y estaba casi despoblada, solo con dos o tres pequeños caseríos y la mitad de muertes se dieron en un solo lugar ‐una soda‐ y la mayoría a lo largo de la ruta que zanja pendientes casi verticales, lo cual se aproxima a las estadísticas que indican que el 75% de muertes son causadas por el colapso de estructuras civiles, el 63% por colapso de estructuras de mampostería y un 23% por causas no estructurales o post‐evento y que los efectos provocados por terremotos son más nocivos que otros desastres (Loaiza & Biondet, referencia en marco conceptual, CEPAL, 2001).
Agrega que son determinantes del daño fueron las condiciones locales del suelo: elevadas pendientes de la región, saturación de humedad en los suelos, suelos de origen volcánico de baja consistencia, régimen hídrico de la zona y abundancia de quebradas y ríos.
Destaca que como muy probable que la deforestación contribuyera a la inestabilidad de los terrenos, la ocupación del suelo presenta un sobre uso importante en el sector de los poblados Los Cartagos y Cinco Esquinas, inestabilidad de los terrenos, aumentando su vulnerabilidad ante amenazas naturales como sismos, altos niveles de precipitación (entre 3.259,6 mm y 4.118,3 mm), inestabilidad de laderas, amenazas naturales como deslizamientos, erosión por pastoreo, barrancos, sismos históricos, fallas geológicas e inundación por acumulación de basura en los cauces, uso del suelo inadecuado (Hernando et al. 2003).
La ubicación de viviendas y carreteras en lugares de fuerte pendiente, definitivamente también contribuyó para que colapsaran y se deslizaran parcial o totalmente.
Producto de los abundantes deslizamientos, los ríos modificaron su dinámica debido al aporte de sedimentos a su cauce y los que de todas maneras poseen un potencial de amenaza alto en relación a avalanchas podrían aumentar esta amenaza, especialmente a inicios de la época lluviosa (ríos Poasito, Desengaño, Prendas, Tambor y Alajuela, cercanos a poblados como Fraijanes, Poasito y Los Cartagos).
Además de la magnitud (6,2 grados) y de la cercanía al epicentro, factores como el diseño de edificaciones con problemas estructurales que no siguieron el código sísmico, la pertenencia a grupos sociales de bajos ingresos, como lo evidencia el tipo de material y el diseño de las viviendas, agregados o ampliaciones a la estructura principal.
Asegura que ninguna casa sufrió impactos por avalanchas; la topografía de Sabana Redonda no permite la construcción de casas en el fondo de los cauces de ríos o quebradas y muchas construcciones fueron construidas sin la supervisión de un profesional en ingeniería o arquitectura y se otorgaron permisos de construcción en todas las municipalidades, sin que debieran hacerse.
Construcciones
El estudio explica que se podría achacar esta debilidad a la deficiente información técnica que poseían los propietarios en el momento de construir viviendas, lo cual podría indicar un carácter clandestino y si fuese así, la debilidad abarcaría a las instituciones encargadas de evitar este proceder.
Las iglesias, escuelas, restaurantes dañados o destruidos y la única fábrica tenían serias deficiencias constructivas y en contraste, la mayoría de los hoteles de más elevados niveles de control y técnica sufrieron daños menores, según la información aportada por el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA).
Recomienda el estudio realizar una evaluación de las prácticas de construcción. “Una de nuestras grandes preocupaciones es que hay evidencias preliminares de errores gravísimos de construcción, columnas que faltan, casas sobre rellenos con mala compactación... puede ser una señal de mucha edificación, sobre todo rural, que no sigue la normativa”.
Observaciones
Refiere que luego de una catástrofe surgen muchas voces, principalmente las que hacen referencia a que debieron haberse corregido múltiples elementos para que la misma no se produjese, surgen ofrecimientos varios, voces de alerta, campos pagados, cambios en requisitos legales, etc. hasta que todo queda otra vez en el olvido y vuelve el próximo desastre.
Advierte el estudio que mientras no haya una modificación en la cultura referente a la gestión del riesgo en el país, donde la memoria realmente se utilice, donde no se autoricen permisos en condiciones inapropiadas y el paradigma del desastre se base en una real planificación, no en una actitud improvisada, se seguirán recibiendo los embates de terremotos, inundaciones y demás desastres, algunos más, algunos menos. Un desastre es tal, hasta que afecta al ser humano, no antes.
¿Cuánto cuesta un desastre?Los científicos precisan que uno de los primeros pasos antes de emitir cualquier planificación financiera, una de las preguntas elementales es ¿cuánto se necesita para realizar la acción? – pues bien, en materia de gestión del riesgo, debería conocerse con mayor detalle el valor real de un desastre, con el fin de tener una aproximación de lo que debe invertirse para minimizar los efectos de los próximos.
InformaciónEn materia de recopilación de datos referentes al terremoto, de la misma forma como ha sucedido con un buen número de emergencias acaecidas en el país, señala que se revela un factor común: la dificultad de encontrar una manera estandarizada de recopilar la información relacionada con los diferentes sectores afectados y el lenguaje diferente utilizado por las diferentes instituciones.
Mientras que algunos sectores, facilitan información actualizada y hasta la publican con un sinnúmero de detalles, otros presentan escasa o nula información.
Por dicha razón, el dato final de lo que cuesta un desastre como el terremoto de Cinchona, no podrá ser definido con el mayor de los aciertos en el estudio, aunque sí con un amplio margen de proximidad, de acuerdo con el nivel de detalle que se ha utilizado.
Los estudios de la Contraloría determinaron que durante esta administración, la CNE se “autonombró” como unidad ejecutora en diversos proyectos y concentró la estimación del daño ocasionado por la emergencia, la elaboración de la solución, la organización del concurso de compra y la supervisión del control de calidad de los proyectos, siendo esta práctica contraria al principio de legalidad administrativa (y que obviamente redunda en la dificultad de normar la información).
Recordó que tres estudios previos de la contraloría ya lo habían señalado y hasta en medios de prensa de años anteriores se hablaba del asunto.
Destaca el estudio que los mismos informes de situación emitidos por la CNE, no guardan una relación coherente entre todos los temas que se incluyen dentro del mismo y ni siquiera en muchos de los casos en la acumulación de la información.
Inclusive, datos dentro de un mismo informe, difieren de una sección a otra; por ejemplo, un tema tan relevante como la cantidad de fallecidos, se menciona en el último informe oficial que “El sismo principal causó daños importantes a la población ocasionando hasta este informe 20 muertos…” (Informe No. 19, CNE) y en el mismo se indica luego, que los muertos son 23.
Esto es una muestra de la necesidad imperativa de normalizar la presentación de la información. Aún cuando una muerte puede cuantificarse en un costo, de acuerdo con valoraciones económicas de daños diversas (como la propuesta por CEPAL), no se presentó en el informe, por diversas razones.
Si a todas las instituciones que intervienen en un evento se les solicita la información con base en una base preestablecida, se tendrán mejores opciones de recibir los datos pertinentes; sino, seguirá quedando a la libre la manera de presentar los mismos.
RecomendacionesEntre otras recomendaciones, propone “llevar un control pormenorizado de lo recibido y por parte de una entidad directora, con el fin de que un objeto tan noble como una donación, sea utilizado de la mejor manera. Sobra justificar este control…”.
En cuanto a planificación, sostiene que un plan de emergencias no es solo un documento que se escribe para cumplir un requisito, ni es un directorio telefónico, ni una serie interminable de pasos a seguir, ni un adorno en una biblioteca, sino que debe ser un instrumento práctico que sea utilizado y corroborado.
Además, debe contarse con personal que sepa qué hacer, cómo dirigir y qué acciones tomar en una situación de desastre, así como establecer las bases de comunicación entre las diferentes instituciones al momento de un evento. Debe saberse qué protocolos de acción seguir, los planes de acción por tomar y sobretodo, que se le de seguimiento a todo lo estipulado.
Dadas las reacciones de diversas instituciones, se encontraron deficiencias en las comunicaciones entre empresas, el ente rector pecó en muchos apartados, muchas personas sin práctica en la materia figuraron y entre otras se mencionó que Asociaciones administradoras de acueductos locales, conocidas como ASADAS, no tuvieron planes de atención de emergencias.
La falta de poner en práctica acciones en simulacros de valor, fue puesto en evidencia, como además quedó en claro en el sector salud, donde especialistas médicos llegaron incluso a manifestar que “tuvimos que construir procedimientos sobre la marcha”, destacando además la necesidad de una adecuada comunicación, según evidenció la Revista informativa oficial del Colegio de Médicos y Cirujanos, de marzo anterior.
En cuanto al impacto en las familias, resalta que además de que la mujer en muchos casos lleva la jefatura del hogar, en los programas de rehabilitación y reconstrucción resulta necesario diseñar programas y proyectos específicos que ellas mismas deberán llevar a la práctica.
“La gente que trabaja aquí es del pueblo; las mujeres en muchos casos amas de casa y jefas de hogar, suelen trabajar en labores agrícolas y quizá ahora no tienen con qué hacer frente a la situación y no se sabe a ciencia cierta las necesidades de este sector de la población”, concluye el estudio.